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lunes, 28 de marzo de 2011

Capítulo 2 Parte 1

Capítulo 2   La vecina

20 de febrero 2011
Gonzalo Llanes
Rosales, Bogotá Colombia

Lo que no esperaba encontrarme en esos dos tercios de minuto de subida era la tía más buena que había visto jamás, largo pelo dorado y lacio que le caía por ambos hombros hasta los pechos, pechos de gran tamaño por supuesto, requisito indiscutible en los gustos de un adolescente. Entre ellos y la cara, un cuello delgado y alargado con un lunar en el costado izquierdo. Una tez no tan dorada pero si morena, recién bronceada, unos ojos verdes claros envueltos en dos preciosas cejas delgadas y femeninas.Sus finos rasgos eran uno más perfecto que el siguiente, una delgada nariz de perfecta talla, y un poco más abajo unos labios no tan finos, y de un color rojo intenso parecía que brillaba en todos los aspectos: su piel trigueña, sus grandes ojos verdes y su boca pasada por pintalabios con prisa ya que atisbé cierta descompensación en el coloración de sus labios, hallazgo imperceptible para cualquiera que no hubiera estado 40 segundos seguidos mirándolos. Sin embargo era tal mi nivel de análisis que pude reconocer incluso el perfume que se había echado hacía pocos minutos. ''Euphoria'' de Calvin Klein, el perfume utilizado por mi hermana durante una larga etapa de su vida. Espero que ya haya cambiado a estas alturas.
Era curioso, estaba maquillada, había puesto sobre sí perfume, sin embargo su vestimenta la delataba, era evidente que iba al gimnasio. Chándal, pantalón ajustado hasta los topes de color gris y una cinta roja en la frente con el símbolo de nike. Puestos unos cascos, quizás sony como los míos y para mi desgracia iba acompañada de dos guardaespaldas como dos armarios a cada lado suyo. En Bogotá la policía nacional no es una protección eficaz, si tienes dinero aquí lo demuestras en número de guardaespaldas.
Primera pista, es una chica con dinero, segundo requisito indispensable en una mujer aunque suela ser una visión más común por parte del sexo femenino. Se maquilla para ir al gimnasio, es consentida, vanidosa y probablemente sea superficial, lo cual bajaba puntos en mi detallada lista creada hacía escasos segundos. Su rudeza a la hora de maquillarse denotaba que era una persona poco perfeccionista, conformista y con poca capacidad de orden. Va al gimnasio, es deportista seguro. Y por último escuchaba su Ipod a un nivel de volumen que la contaminación acústica parecía incluso música de ambiente de ascensor, y muy a mi pesar era reggaeton. El sentido de la audición estaba claramente deteriorado.
Conclusión en aquel instante:
-Tengo la vecina más cachonda de la historia- 
Conclusión al bajarme del ascensor:
-Me voy a apuntar a ese gimnasio-
Pasé el resto del día imaginándome como saber su nombre, su apellido, su música favorita, aficiones, gustos, creencias religiosas, visión política… Y la solución la encontré en el portero, a estas alturas desconozco su nombre, lo único que sé es que lo llamaban Ríos.
Aquel hombre de cada 10 palabras que salían de su boca, 4 eran sueño y 6 hambre. Así que utilizé mi don de la persuasión para satisfacer el gran número de preguntas que me había formulado al poner un pie fuera del ascensor. Ríos no opuso resistencia y como era de esperar me contó todo y más sobre aquella preciosidad del octavo piso. Mariana, desde aquel momento entró a la lista de nombres para mi hija.





viernes, 25 de marzo de 2011

Capitulo 1 Un Gran Día Parte 3

Solía sentarme en la última fila. Al lado mío mis colegas de la ruta ya tendré tiempo de describirlos quizás eran con los que más confianza tenía, compartíamos mantas todas las mañanas en la ruta, les había visto roncar, escurrirseles la baba...  Y es por ello que ya los mencionaré cuidadosamente.
Aquella gélida mañana no me permitió dormir durante el transcurso al colegio, apoyar mi mejilla en los empañados cristales a través de los cuales jugaba tres en raya conmigo mismo, suponían el riesgo de despertar sin ella. Humedecí mis manos con saliva para satisfacer mis vanos intentos de peinarme, recurso que todo el mundo ha usado en alguna ocasión. Aunque haya gente que no lo reconozca. Sin embargo después de perder la ruta en incontables ocasiones había desarrollado mis propios sistemas de adaptación como lo era este. 
Como un chico tímido con una chica en su hombro pasé el resto del trayecto con los ojos bien abiertos, inmerso en mis pensamientos intentando caer dormido.
Tras soportar otra dosis de baja temperatura al bajar de la ruta, sensación agradable en comparación  con la que se siente al salir de la ducha, llegué a mi clase a saludar a mis colegas. A echarnos unas risas antes de entrar con Julián Victoria, alias ''Julius'', Edgar Solé, Mi tocayo Gonzalo Montes, ''Montesinos'' para lo amigos y por último el que llamábamos negro por no decirle Milton, pero siempre con afecto claro.
Las horas pasaban rápido, y yo seguía expectante ante un acontecimiento que me diese prueba de que mi poder de premonición improvisado no estaba errado. Parecía ser un día como cualquier otro, diario, cotidiano, corriente, irrelevante aunque prefería permanecer alerta. Sin embargo, para desilusión mía el reloj seguía su cuenta regresiva sin siquiera un amago de piedad ante un adolescente deseoso de cambios. Sin embargo cuanto mayor es la expectativa, mayor es la decepción.
Para mi consuelo eran las 12, el ecuador del día lo cual significaba que me restaban otras 12 horas que aquel día fuera un gran día. Incluso mis amigos me preguntaron sucesivas veces:
frases del estilo de: -¿Qué coño te pasa tío? -Despierta muchacho -¿Llanes estás bien chaval? 
No obstante esa pregunta no fue la pregunta que más escuché a lo largo de aquella fecha
Sonó la campana a las 3:15, como eventualmente ocurriría, sin embargo provocó en mí un vacío únicamente reemplazable por hechos. Recogí mis cosas y sin apenas despedirme de nadie bajé las escaleras a la salida, lugar de reunión antes de partir. La gente hablaba y charlaba entre ellos, tenían temas interesantes en su opinión que tratar. No obstante yo seguía aislado con mis cascos Sony, a la vez que comprendía mi falta de interés en temas tan vanos como los tratados en la salida y más aún con el grado de emoción con los que eran expresados. De modo que caminé hacia mi ruta tras despedirme de mi novia, la última de mis preocupaciones en aquel instante. Instante en el cual la conversación conmigo mismo tornó a un tono más deprimente con un simple:
-Qué coñazo de vida-asumiendo la irrelevancia que aquel día tendría en mi vida, y probablemente sería igual que el resto o potencialmente peor ya que como previamente he mencionado, cuanto mayor es la expectativa, mayor es la decepción.


Pues así me sentía yo, deprimido y traicionado por mi yo optimista e idealista. Subí de nuevo a la ruta con mis cascos sony, los compañeros que nunca me traicionan pase lo que pase. Pasé el resto del trayecto cavilando sobre distintas formas en las que la vida pudiera sorprenderme. Aburrido, aburrido de la ruta, aburrido hasta de Radiohead, algo un tanto preocupante.
Me bajé en la parada y estuve a punto de ser atropellado por un par de taxis que casi competían por bajar primero la curva. Así son los transportes en esta ciudad. Una vez más subir los 15 escalones, charla social con el portero y 40 segundos de subida en el ascensor. 

miércoles, 23 de marzo de 2011

Capitulo 1 Un Gran Día Parte 2

Como decía era un magnífico jueves que vaticinaba un gran día. 
No os ha sucedido con anterioridad que tenéis una sensación en vuestro interior? No sabría como definirla, tienes una corazonada de que algo va a ir rotundamente bien o en otras ocasiones en las que se dice que ''algo no va bien'' o la más frecuente: no sentir nada, la misma rutina que comenzaba muy a mi pesar a las 6 de la mañana. La sensación de saber que  no recordarás ese día ya que será idéntico al anterior y perfectamente igual al próximo. Así comienza una canción cuyos primeros versos son tan ciertos como deprimentes: ''Creo que puedo ver el futuro, porque siempre repito la misma rutina''
Y así fue como mis predicciones comenzaron a ser hechos desde que se abrieron las puertas del ascensor. Salí sin prisa alguna, corriendo así el riesgo de perder la ruta que probablemente llévase esperando un rato o se hubiese ido. Saludé a mi portero, tuve una breve charla 'social' por llamarlo de alguna manera. Lo cual en mi opinión es otro rasgo de la sociedad colombiana, esa charla de la que no hablas de nada en concreto ni tienes ningún interés específico en conocer el estado de la familia o amigos de aquella persona, en caso de mostrar interés no se trataría de una charla social sino de un diálogo común y corriente. Crucé las puertas de seguridad del edificio y bajé las escaleras, cuando para mayor asombro la ruta no estaba al otro lado de la calle, la veía a lo lejos llegando hacia mi futura posición en cuestión de segundos. Por una vez estaría a tiempo en la parada. 
-Vaya jueves me espera-pensé en aquel instante
Además con unos cascos puestos ves lo que sucede a tu alrededor con otros ojos y más aún en mi caso 'Lucky' canción de radiohead para variar. Uno de los pocos grupos a quien mi mala costumbre de repetir canciones hasta la saciedad absoluta, no había afectado. En una ocasión vi un monólogo que me previno de las desventajas de sentirse superior al escuchar música con audífonos en público. Si mal no recuerdo decía algo así:
-Tu vas con tus cascos y la canción de rocky cuando sales a correr, levantando los brazos sintiéndote stallone. Mientras la señora que pasa al lado tuyo sólo ve a un capullo levantando los brazos empapado en sudor-
La expresión en la cara de la monitor delataba que estaba aún más sorprendida que yo al verme a la hora en la parada. De modo que el regaño que había supuesto en la bajada del ascensor había sido sustituido por una cara de asombro acompañada de un: 
-Buenos días- que pude leer en sus labios.

domingo, 20 de marzo de 2011

Capítulo 1 Un Gran Día, primera parte



   Irrelevante, un día más
   6:05 a.m.
   Gonzalo Llanes Gregory
   Rosales, Bogotá Colombia
       Me desperté a las 6:05 a.m. después de arañarle unos minutos al reloj y haberme peleado con la alarma de los ''Dropkick Murphy's'', la banda sonora de mi película favorita, ''Infiltrados''. Después de haber vivido la totalidad de mi corta vida en España, donde solía levantarme a las 8, el hecho de levantarme dos horas antes era como una patada en los  testículos en ese punto que, si no reaccionas existe una alta probabilidad de volver a caer dormido. Al menos una vez al día solía y suelo autoengañarme diciendo: -Esta noche si, esta noche a las 10 en el sobre. Al menos 8 horas.
 Me di una breve ducha para despejarme y aquel frío matinal de Bogotá (que por si alguien lo desconoce se encuentra a unos 2600 metros sobre el nivel del mar) al salir de la ducha terminó por hundirme en la miseria. Desayuné a duras penas una manzana ya que hoy 'Glenys' mi empleada no iba a ser menos y estaría dormida a tan temprana hora. Es curiosa la capacidad que ha desarrollado mi madre en el transcurso de los años para elegir empleadas cuyo común denominador no era la vagancia, ni la holgazanería en cuyo caso no sería una capacidad como tal, su similitud se hallaba en la rareza, que no belleza de sus nombres. Sin ir más lejos las últimas que han pasado por estos lares han sido Ernedis, Evis, Elsys y por último la actual, Glenys. Lavé mis dientes con la mano derecha mientras al mismo tiempo que mi zurda me ayudaba para introducir mis pies en unas converse grises (no las recomienda si de prisa se trata). Cogí un par de libros al azar de la mesa, los metí en mi mochila y salí como hubiéramos dicho en España pisando huevos y pa' no variar me habría dejado algo, nada extraño en mí apostaba que el móvil o las llaves mientras bajaba por el ascensor lo cual significaba que si por azar me daba cuenta de ello ya no subiría. Era una cuestión aleatoria un día el móvil, otro la cartera, las llaves lo único seguro era que algo me faltaría. La ruta estaba por dejarme mientras me desesperaba en la eterna bajada de diez pisos del ascensor, los números cambiaban cada 4 segundos lo cual me da un espacio de 40 segundos para imaginarme el regaño de la monitora de la ruta solía ser un discurso de este estilo ''Gonsalo! No papito otro día que nos tocó esperarlo, mañana como no llegué a la hora que es, le tocó en taxi''. A pesar de todo aquello sabía que iba a ser un gran día.
Era jueves, la cultura colombiana esta basada en trabajar 4 días y salir a ''rumbear'' desde el jueves, incluso hay algunos valientes que se atreven con los domingos y  como consecuencia el lunes no ser persona. A sólo un paso del viernes en toda la mitad de la semana. 

sábado, 19 de marzo de 2011

Introducción

 2 de febrero 2011,
   22:41 p.m.
   Gonzalo Llanes Gregory
   Rosales, Bogotá Colombia

Son las 22:21 en un décimo piso de Rosales en una Bogotá cuyo sol había bajado hacía unas cuantas horas, lo único que me proporciona la suficiente luz para presionar las teclas es la tímida luz del propio Mac que apenas alumbra la mitad de éstas. Mis ojos se van adaptando a esta oscuridad que deja ver poco más que mis dedos moviéndose a toda velocidad apretando el teclado. Sin embargo no oigo el ruido característico de las teclas hundiéndose, tengo puesto unos cascos de Sony para no despertar a nadie escuchando Radiohead. Mientras escribo, dos ideas me invaden la cabeza, la primera ''mañana no habrá quien me saque de la cama''. La otra, y que se superpone por completo a la primera, es la idea de que por fin me decido a escribir esta historia que revolotea por mi cabeza hace ya demasiado tiempo. El sueño consume poco a poco mis párpados y lo único que me mantiene despierto es el frío en mis desarropados pies y mis propios dedos escribiendo esto mismo. Al mismo tiempo comienzan ya a fusionarse con el ritmo de las canciones cada vez más distantes. La lista de reproducción de Itunes ha vuelto ha empezar suficientes veces como para saberme la discografía entera. Sin embargo pongo mis 5 sentidos en no escribir incoherencias. He pasado horas delante del Mac comiéndome el coco pensando cómo empezar, el resto está ya escrito en mi mente, incluso la banda sonora de cada momento. Esta todo en mi cabeza.