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viernes, 15 de abril de 2011

Capítulo 3 Viernes Parte 3

Me desperté con una lengua húmeda y larga lamiendo mi afeitada barbilla, que estaba ya al borde de la descomposición, y unas patas ligeras sobre mi pecho. Abrí los ojos y de nuevo vi el techo blanco que había sido el último punto fijo en mirar antes de quedarme absorto y posteriormente dormido profundamente vestido y sin arropar. Sin embargo no era capaz de ver todo el techo, ya que lo cubría mi incansable perro agitando su cabeza al lamerme. Mis pies entumecidos temblaban ya de frío y por la sensación que tuve al frotar uno con otro en mi intento de calentarlos, pude notar que Ulysses había empezado por ahí su tarea de despertarme a base de . ¿Cuántas horas habrían pasado?
Las siestas pueden ser traicioneras, y en mi caso lo fue. Giré mi mano derecha para incorporarme sobre el borde de la cama encontrándome de esta manera con mi móvil y del mismo modo tirando al perro de espaldas en la cama.
Ni más ni menos que diecisiete llamadas perdidas.
-¡Joder tio!- me dije como regaño ante el hecho de haber dormido tanto y en semejante posición, mi cuello estaba totalmente agarrotado.
Por si fuera poco cuando logré llegar hasta el espejo a trompicones dado el hecho que mis pies estaban dormidos y pegajosos, pude ver la evidencia de mi siesta, los clásicos surcos faciales formados por la almohada en el costado izquierdo de mi cara. Estuve muy cerca de repetir la expresión recién salida de mi boca. Sin embargo no tenía sentido alguno maldecir en compañía de uno mismo, lamentablemente no cambiaría mi situación.
Me apresuré a mirar mi reloj. Las 9 y 12, nuevo récord de siesta, de las 3 de la tarde a las 9 y 12, poco más de 6 horas. Eso es más de lo que acostumbraba a dormir por las noches por desgracia como consecuencia de mi insomnio transitorio.
A estas alturas del día, a las cuales ya había caído la noche horas antes, (aproximadamente en mitad de mi siesta) mis colegas ya estarían juntos y planeando la estrategia de aquella noche, las cuales no eran muy eficaces y solían acabar de otra manera muy distinta.
Y yo con uniforme arrugado, con la cara casi cortada y sin un duro como para salir al ritmo que salíamos en esta ciudad. Un mínimo de cincuenta mil pesos la noche.
A pesar de que suene a una descomunal cantidad de dinero, se trataba de algo menos de 20 euros.
De repente vibró por décimo-octava vez mi móvil sobre la sábana aún moldeada con la forma de mi espalda. Mi perro no se asustó, en condiciones normales hubiera pegado un brinco y probablemente se hubiera caído de la cama, sin embargo tras diecisiete veces ya estaba prevenido. Era más que probable que fuera cualquiera de mis amigos, y estaba en lo cierto, di vuelta al móvil para leer un esperado: ''LLAMADA JULIUS''
La llamada se resume con la siguiente frase, que de hecho, fue la primera:
-¿Tu tienes el teléfono de adorno verdad?- con un sarcasmo tan evidente que hasta ulysses que se encontraba al lado mío lo hubiese entendido.
Tras discutir brevemente su posición actual, y su futura posición cuando yo estuviese listo me dirigí a la ducha inmediatamente.
Me vestí de prisa y corriendo, con la ropa del día anterior ya que el único testigo de mi vestimenta había sido el guardaespaldas de mi vecina, mi madre y mi hermana. 
Por fortuna di con mi cartera en aquel pantalón, fue un milagro que tuviese dinero ahí dentro ya que solía fundirme hasta el último mísero peso, no me gustaba quedarme con monedas.
Un cuarto de hora más tarde me encontraba en ''Buffalo Wings'' o ''santuario'' como le llamábamos nosotros ya que acudíamos con una frecuencia semanal antes de salir. Teníamos un par de santuarios más pero éste era clave. Ahí estaban todos esperándome con una silla libre.
-Eso es ser unos buenos amigos- dije al atisbar el detalle del asiento desocupado a la vez que me dirigía hacia la mesa.
-Bueno cuéntanos, ¿qué has estado haciendo con tu vecina que llegas tan tarde?- preguntó Montes para animar el ambiente.
-Muchas cosas tío, pero tendrás que taparte los oídos para que las cuente- respondí entre risas para iniciar así una discusión.
-No me lo creo, tú eres el típico que todavía no le ha dicho ni hola- dijo Javi desde su asiento para intentar ser parte de la conversación recién comenzada.
Comenzaron las carcajadas por parte de mis amigos mientras yo pensaba que Javier tenía toda la razón, me había descubierto.
-Yo tampoco tranquilo, a decir verdad he dormido 6 horas y cuarto- dije decepcionándolos a todos y acabando de esta forma la charla sobre Mariana.
Nos tomamos algo rápido, pedimos la cuenta (el inevitable problema a la hora de pagar cuando estas con tus amigos)

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