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martes, 26 de abril de 2011

Capítulo 3 Viernes parte 6

Iba a ser una noche movidita de eso no cabía duda. 
Y por si fuera poco había acabado en una calle oscura y poco frecuentada por peatones. Clavaron sus ojos en los míos con un gesto estremecedor en su piel marchita.
Instantáneamente sentí un escalofrío que erizó mis vellos y me puso en alerta. Pensé todas mis posibilidades, el enfrentamiento no era mi primera opción ya que podría arremeterme con aquel instrumento o peor aún sacar una navaja de alguno de los agujeros en sus ropajes que podrían tener numerosos bolsillos secretos. Y yo, que no había metido una ostia hacía demasiado tiempo. 
Sin duda uno de ellos no estaba en buena forma física y llevando aquellas botas sería difícil cogerme. El jovencito era más atlético pero con una buena dosis de adrenalina en mi interior era posible escapar. Sin embargo aún estaba con la respiración agitada tras el reciente sprint desde el local. Además de ello, mi vestimenta no era la más adecuada para correr ya que los vaqueros permitían a mis piernas escaso movimiento mientras que aquel chandal deteriorado era ideal para cazarme. Descartada la opción de correr.
¿Qúe me quedaba? Meterme la llave más afilada de mi llavero entre el dedo índice y corazón, y meterme con la otra mano la cartera en los calzones disimuladamente
Dieron un paso más en mi dirección y justo respondió Javi:
-¿Dónde coño estás Gon?- preguntó con tono angustioso sin apenas saludar.
-Nose tío te llamo ahora- respondí mientras bajaba el móvil de nuevo a mi bolsillo, un poco tarde para evitar que fuera visto por el par de malhechores.
-Uuuyy pero ese celular si está como bonito ¿Sí o que?- dijo el de las barbas para guiness world récords a su acompañante a la vez que le daba golpecitos en el hombro con la parte externa de su mano derecha.
Era evidente que ya me tenían en la mira, pocas veces había pasado por una situación de éstas características y fueron mis nervios los que me delataron haciéndome caminar cada vez más rápido en dirección contraria por aquella calle que ni siquiera sabía si tenía salida.
-¿Por qué tan rápido perro? No se vaya a hacer chuzar- me preguntó irónicamente una voz más aguda y por descarte la del chaval más joven. 
Llevaba suficiente tiempo en este país como para entender la expresión chuzar, y no era en absoluto una buena señal.
Ya había aclarado sus intenciones y lo que escondía en su mano derecha, me di la vuelta y me enseñó una hoja brillante encerrada en su puño. Me fui despidiendo de mi blackberry que no había durado un año siquiera.
-¿Qué quiere?- le pregunté sacando un acento colombiano improvisado y poco creíble sin embargo era mejor que demostrar mi acento de macho español.
-Usted ya sabe pirobo, no se haga chuzar- respondió agitando de nuevo su mano recordándome lo que me esperaba si no colaboraba.
Hubo unos segundos de silencio tras cerrar mi boca, los cuales aprovechó su acompañante que tras mantener una cara pensativa se giró al portador de la navaja:
-Oiga perro este piropo no es como…Argentino- dijo pausadamente tras una breve reflexión.
En aquel momento sentí un vacío en el estómago porque creí que habían reconocido mi acento. Sin embargo su habilidad para reconocer acentos era suficientemente deficiente para mantener encubierta mi nacionalidad.
-Oe sí me sonó como raro este carechimba- corroboró al otro a la vez que asentía.
-Gonorrea vuelva hablar- me dijo el barbudo señalándome con el dedo índice.
Permanecí en silencio sin saber que hacer, quizá unas palabras más serían suficientes para desnudar mi nacionalidad con mi acento o por otro lado podría fingir un acento suramericano, concretamente argentino. Era mejor que me tildaran de argentino al fin y al cabo no era europeo. Afortunadamente éste acento era más fácil de imitar y todo el mundo en algún momento de su vida ha bromeado con esta pronunciación con expresiones como: Ché  boludo, loquito, que decís vos? Y después de ver numerosos vídeos de ''El Bananero'' en Youtube estaba provisto de suficiente vocabulario para pasar como uno de ellos.
- Vuelva hablar o me lo pelo- repitió el joven imitando la actitud de su acompañante y amenazándome con su navaja en lo alto.
-Le doy tres segundos para abrir la boca malparido- dijo el de mayor edad metiendo la mano en su bolsillo.
Ahí voy me dije a mí mismo.
-Ché boludo, ¿vos que estás hablando? ¿Cómo que me vas a pelar?- le dije convincentemente ayudado de aquel gesto manual típicamente argentino e italiano que consistía en poner la mano boca arriba con los dedos juntos y agitarla hacia arriba y hacia abajo.
-Si ve güevón, este monito es argentino- se dirigió el barbudo al del arma blanca riéndose.
El jovencito comenzó a reírse y como mucha gente cuando escucha un argentino inmediatamente procedió a intentar ''imitarme''.
-Ché pibe, sos un boludo de mierda loquito- gritó el jovencito con un acento bastante mediocre a la hora de pasar por un argentino.
El hombre mayor de su izquierda hizo otro tanto, pero no mucho más convincente que el otro, permanecieron un espacio de tiempo burlándose y repitiendo esas expresiones.
-Vos parecés argentino también pibe- mentí tras escuchar a aquellos maleantes intentar un acento que ni siquiera era el mío de origen.
-¿A lo bien?- me preguntó el chico con una sonrisa en la cara y guardando su navaja en el bolsillo.
-Bueno loco, yo me voy yendo que está retarde- le dije en mi intento de escapar de la situación y conservar mis pertenencias.
-¿Cómo así güevón? Deme la plata perro y ese celular- me aclaró el jovencito de nuevo metiéndose las manos en los bolsillos.
Al parecer mi táctica no había funcionado, tenía que pensar en algo rápido. No me iba a dejar robar tan fácilmente y había tenido un tiempo para recuperar fuerzas y regular mi respiración estaba listo para correr. Si me pillaban podían herirme con la navaja, robarme y dejarme ahí tirado medio muerto, sin un móvil con el cual pedir ayuda.

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