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sábado, 16 de abril de 2011

Capítulo 3 Viernes Parte 4

Una vez en el local, con el reggaeton retumbando en mis tímpanos, nos movimos entre el gentío hasta por fin llegar a una mesa libre. Comenzamos la dura labor de búsqueda, dura debido a la improbabilidad de dar con un grupo de mujeres guapas, y aún más extraño, solas.
-¿Por qué no han venido mujeres con nosotros tío?- preguntó Javi lo que llevábamos pensando todos en nuestra cabeza desde que entramos a aquel sitio.
-¿Qué os parecen esas chicas de ahí?- preguntó Montes que ya estaba al borde de la desesperación. 
-No se yo, yo diría que siguiéramos buscando y si no vemos nada del otro mundo habrá que conformarse con aquellas- apunté respondiendo la pregunta de mi amigo ya que no era partidario del conformismo.
-Hay que repartirse-dijo Julián mientras señalaba en todas las direcciones y a la vez haciéndonos reír a cada de uno de los miembros del grupo.
Nos dividimos durante un largo espacio de tiempo. La discoteca estaba atestada de gente y como suelen decir los comentaristas de fútbol no cabía ni un alfiler.
Y así fue como comenzó aquella noche para olvidar sin duda alguna.
Me topé con Montes en el baño y nos preguntamos si había habido suerte.
Le llevé hasta un grupo de chicas en las que me había fijado segundos antes a hacer mis necesidades.
-¿Ésas de ahí? Tú estás mal de la cabeza-respondió con un tono casi humillante y con el volumen de voz tan alto que era más que probable que lo hubiesen escuchado.
Ése era un común denominador entre Montes y yo, la imprudencia.
Me hizo un gesto para que le siguiera, parecía que el había dado con otro grupo. Estábamos atravesando una gran masa de gente cuando se paró y me señaló unas chicas que también tenían compañía masculina.
-¿Qué te parecen?-me preguntó de nuevo a la desesperada
-Nose tio, son feas o están pilladas, o son feas y pilladas- respondí entre risas con él.
-Pues si hace falta se las quitamos- dijo mi colega, que siempre fue directo y con las ideas claras.
-Me pido a la rubia- dije mientras le daba unas palmadas en la espalda.
Nos presentamos como españoles claro, yo llevaba cerca de año y medio aquí y Montes casi un año entero y aún íbamos al colegio. Sin embargo cuando nos encontrábamos en un local, era política oficial del grupo que éramos españoles llegados hace una semana, estudiantes de derecho en la Complutense y necesitados de unas clases de reggaeton.
Pocas veces fallaba, aunque alguna vez con Julius no salieron las cosas bien. Había que ponerse de acuerdo con anterioridad ya que en más de una ocasión la parafernalia inventada por cada uno de nosotros no concordaba, de modo que llegado el momento en el que las amigas se contaban entusiasmadas aquello mientras nos miraban examinaban minuciosamente, nos descubrían y posteriormente se iban riéndose seguramente.
Les contamos nuestra vocación por el derecho mientras los hombres que se encontraban con ellas nos lanzaban miradas asesinas.
Bailamos con ellas, las únicas guapas o decentes al menos. Apostaba a que no podían ser solteras y por la expresión en los rostros de sus acompañantes más todavía.
Preferí asegurarme y le pregunté:
-¿Soltera verdad?- No se me ocurrió una manera más directa de demostrar mis intenciones.
-Hasta que mi novio llegue del baño- respondió mordiéndose el labio y mirando al suelo.
Parecía que era mi noche. Miré a los lados indeciso, valía la pena desde luego, pero si su novio volvía rápido podría llevarme la paliza de la historia. Me giré para pedirle consejo a Montes y como no, éste no había perdido ni un segundo y ya estaba liándose con la otra chica que también tendría novio.
Comenzamos a besarnos lentamente mientras bailábamos yo con las manos en su cintura y con un ojo abierto y puesto en el pasillo del baño.
De repente alguien me cogió por la espalda, un escalofrío cruzó mi espalda de arriba a abajo. Me di la vuelta con los ojos entrecerrados esperando un derechazo. 
Era Julián que al parecer tenía que decir algo, había intentado decírselo a Montes pero éste le había dado un codazo y había proseguido.
-¿Qué quieres tío?- le pregunté moviendo los ojos en dirección a la chica, dando a entender que tenía a ''mi'' chica esperando y no era el tiempo lo que me sobraba
-Antes que nada, ¡como está tu chica! Bueno ahora a lo que voy ¡están amenazando unos cabrones a Javi por estar hablando con la ex-novia de uno de ellos! Menos mal no me vieron a mi cuando estuve con ella, porque no estábamos hablando precisamente-dijo Julián acelerado a la vez que jadeaba y a lo último sonrió.
-¿Tiene que ser ya?-pregunté conociendo de antemano la respuesta.
-Sí tio suficiente por hoy- respondió mientras me cogía del brazo, estiraba la cabeza y se despedía de mi presa de aquella noche.
Despegamos a Montes de su amiga y nos movimos entre la muchedumbre esperando que no estuviera Javi con un ojo morado ya.

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