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sábado, 7 de mayo de 2011

Capítulo 4 Apuesta

Capítulo 4  Apuesta

6 am
Suena mi alarma de ''Dropkick Murphys'', por poco rompo el móvil contra la pared. Lo cual hubiera hecho inútil el hecho de haberlo rescatado con atropello incluido hacía menos de 12 horas.
Era sábado y había olvidado desactivar mi insoportable alarma capaz de transformar mis sueños en una pesadilla antes de levantarme. Era un magnífico sábado.
Por desgracia le había ido cogiendo asco a aquella canción y si seguía así probablemente destrozaría el blackberry en uno de mis incontrolables ataques matutinos. Un consejo, jamás establezcas tu canción favorita como melodía de alarma, acabarás odiándola y en cada ocasión que la oigas te devolverá directamente a esas mañanas en las que a las 6 en pie con un frío de cojones, es un hecho. Me dan naúseas cada vez que suena esa canción.
Sin embargo el impacto contra la pared no le pareció suficiente a mi móvil para dejarme descansar. De modo que me levanté y debido a la imprecisión del botón central del blackberry, en lugar de darle a desactivarla le di a la función 'posponer' lo cual significaba que en aproximadamente 10 minutos aquel tono volvería a sonar. Sólo de pensar en que volvería a sonar y me volvería a hacer creer que era un día entre semana me entraban nervios. A ese punto llegaba mi miedo por la alarma.
Volví a tumbarme e intenté dormirme pero me invadía la idea de que sonaría de nuevo. Cerraba los ojos pero pronto volvería a asustarme la jodida melodía aquella. 
No podía más estiré el brazo y miré el móvil, las 6:03, aún quedaban 7 minutos, 7 minutos de angustia. Volví a acomodarme, y a intentar pensar en otra cosa. ¿Qué debía hacer aquel sábado? No mucho la verdad, aparte de dormir, comer y ver a mis amigos. Era la recompensa tras esa eterna semana de exámenes. Me rugía el estómago del hambre, el día anterior había cometido el error que suelo cometer una vez a la semana cuando salimos por las noches. Todo el mundo sabe que beber sin cenar trae graves consecuencias y como yo no cenaba, recurría al clásico puesto ambulante de comida a la salida de las discotecas. A esas horas lo único en venta capaz de saciar mi apetito eran perritos calientes cuyas salchichas eran de dudosa procedencia y más aún con precios tan bajos, algo ahí era trampa, aquí hay truco fijo solía pensar.
Y efectivamente del truco te dabas cuenta a la mañana siguiente cuando ibas al baño cada 5 minutos. Disponía de una semana entera para olvidarme de las malas experiencias y estar el siguiente viernes el primero en el puesto de siempre por mi perrito de a veces 2000 y otras 1500 pesos.
Miré de nuevo el reloj, las 6:08. No podía dormirme sabiendo que en menos de un par de minutos estaría escuchando de nuevo la inconfundible alarma.
-A la mierda- dije en voz alta mientras cogía el móvil, le quitaba la tapa y posteriormente la batería. De esta forma no me preocuparía un segundo más y podría disfrutar unas horas más. 
Desayuno, gimnasio y turco para comenzar el día como Dios manda.
Tras un arduo día de tirarse en la cama e intentar levantar el mando de la televisión con los dedos del pie, dieron las 5 de la tarde. Tenía que llamar a esta gente para concretar la hora de su llegada para tener lista la mesa y al menos una cerveza para cada uno. Debía estar todo listo ya que una vez se repartía la primera mano podía caerse el mundo que no se levantaba nadie de allí hasta tener los bolsillos vacíos, como en mi caso, y ocasionalmente llenos como solía salir Milton siempre. Era noche de póquer.
Nervios en el ambiente, era tomar el riesgo de dejarse la paga en una mesa sin siquiera recibir algo a cambio, tan sólo la esperanza de triplicar tus fondos y dejar a tus amigos tiesos para el resto del fin de semana. Yo jugaba de local, cinco personas y un maletín repleto. Sin embargo el poner en juego tu dinero, por inconsciente que suene, el ''Todo o nada'' es una de las aficiones más estimulantes y por desgracia adictivas que tientan a las personas. La diferencia era que nuestro todo eran unos escasos 30 mil pesos por sentarse en la mesa.


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