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miércoles, 25 de mayo de 2011

Capítulo 5 La lista parte 2

Tenía ideas para la lista escritas por todas partes, en mis cuadernos, en las notas del móvil, en el ordenador. Cada vez que una nueva pasaba por mi mente la anotaba en el primer sitio con el que se encontraban mis ojos, incluso en mi mano. En total podían ser más de 80 quizás, sin embargo haría una cuidadosa selección eliminando de esta manera por lo menos la mitad de ellas. Decidí no contarle a nadie de aquello. Ese mismo día mis amigos ya conocían mis intenciones y por supuesto mi novia también. A pesar de hablarles de aquello, jamás le enseñé a nadie la lista. 
-¿Y cómo has llamado a la lista?- me preguntó Montes a quien la idea de lograr todas esas metas en un par de meses le entusiasmaba enormemente.
-El título es lo último que se escribe tío- respondí dándome cuenta que no le había puesto aún un título.
Aquella frase la había visto salir de la boca de mi madre en centenares de ocasiones. Solía repetírmela siempre que comenzaba un nuevo libro cuando era un crío ya que antes de escribir una línea siquiera, ya llegaba corriendo a mis padres a decirles que ya tenía el título de mi nuevo ''éxito''. Yo era un auténtico fan de los libros de ficción de elfos, gigantes, trolls y otros elementos fantásticos con los cuáles escribía cuentos cortos a una temprana edad. 
Pasados ya unos años, cambié ''El señor de los anillos'' por otras películas como ''Infiltrados'' o ''Taxi driver'', ambas de Martin Scorsese y otras del mismo género como ''Pulp Fiction''
Bueno pero sigo con la lista, no sólo fui yo el único cerebro de este plan, a menudo mis colegas llegaban llenos de júbilo a ponerme al corriente de una nueva ''cosa que hacer''. Y yo posteriormente daba mi aprobación o por el contrario rechazaba como una visa en el departamento de inmigración.
Tenía apenas 2 meses para poner una cruz al lado de cada una de las metas. Así que tenía que ponerme las pilas.
-¿Por qué no comenzar desde aquel miércoles?- me preguntaba para mis adentros.
Al fin y al cabo cada día que pasaba era un día perdido, y a decir verdad tenía ganas de estrenar aquella lista.
-¿Hacemos una hoy?- me preguntó Milton mientras caminábamos por los pasillos adivinando así lo que yo estaba pensando.
Me giré y asentí, di por hecho que el también quería y de inmediato me puse a pensar cual podría ser. Las primeras eran imposibles de llevar a cabo en el colegio de modo que decidí empezar por la sexta.
Podía meterme en un buen lío si las cosas se ponían feas intentando aquello.
Sin embargo pensándolo dos veces aquel iba a ser el fin de semana de ''Quito'' y podría deshacerme de la mitad de los quehaceres, de modo que decidí iniciar pasados dos días. El sobrenombre de ''Quito'' no era precisamente porque todos cogiésemos un vuelo con destino a la capital de Ecuador. Habíamos decidido llamar de esta manera al siguiente fin de semana debido a la ausencia de los padres de mi colega Montes durante esos 3 días, los cuales pasarían en Quito.
¿Y nosotros? Los 3 días metidos en aquel apartamento, haciendo cualquier cosa menos dormir, y mucho menos limpiar. Imagino las caras de espanto de sus padres el domingo a su vuelta. Pero, salvo Montes, todos habríamos desaparecido ya para cuando ellos pusieran un pie en Bogotá.
-Tenemos todo el ''finde'' de Quito tío- me dijo Julián en el comedor tras proponerle la idea que previamente me había sugerido el cubano.
-Julius tiene razón, paciencia- corroboró Victor que se sentaba frente a mí en la mesa del comedor.
A Victor no le había mencionado hasta ahora, no obstante su poca participación hasta el momento no le resta protagonismo ya que se había convertido en pocos meses en uno más del grupo. Otro hooligan de pies a cabeza.
Al parecer todos coincidíamos en comenzar ese mismo viernes, el viernes con el que acabaría con alguna metas de la lista. Con la ayuda irremplazable de Juli, Montes, Edgar, Victor y el negrito. El fin de semana de Quito sería monstruoso y seguramente alguno de nosotros llegaría acompañado por la noche o peor aún no llegaría. Sin embargo eran riesgos que estábamos dispuestos a correr.
Era tal el entusiasmo que suscitaba el solo hecho de decir ''Quito'' que cada vez que esto sucedía nos mirábamos unos a otros, se nos ponía cara de tontos y lo único que salía de nuestra boca eran frases tales como: ''Uf Quito tío'' o ''¡Dos días!''
No obstante las caras de retrasados estaban justificadas, solo por esta vez.

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