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domingo, 22 de mayo de 2011

Capítulo 5 La Lista

20 de abril de 2011

Ha pasado unos 2 meses de exámenes tras la última partida de póquer con aquel dulce sabor de boca final para mí y amargo para Milton. Éste tuvo que salir corriendo tras su novia o más que correr  perseguirla bajo la lluvia dejando las fichas sobre la mesa. ¿Y nosotros? Viéndolo correr desde mi terraza.
Sólo pensaba en que me gastaría aquellos 180 mil pesos, aunque a decir verdad, 100 de ellos ya estaban adjudicados a una cuenta pendiente que tenía con alguien. Una historia que ya os contaré.
Tras los sucesos del sábado el cubano no volvió a jugar con nosotros en un largo tiempo, de hecho, conmigo nunca más ya que yo me iba de este país en poco más de un par de meses. 
En conclusión aquellos últimos días de abril y la totalidad de los meses de mayo y junio apuntaban a ser más intensos que el resto del año entero como consecuencia de mi futura partida en escasos 65 ó 66 días.
Era tal mi ansia de despedirme memorablemente de este lugar, mi hogar durante los pasados 2 años, que había ido escribiendo a lo largo de las tardes de aflicción y decaimiento ante la idea de partir, una lista de cosas que hacer antes de irme. Unas fáciles, otras no tanto, para otras necesitaba segundas o terceras personas, unas casi imposibles de lograr y por último unas un tanto obscenas que no nombro aquí ya que limitaría enormemente el público hacia quien dirijo este relato. Al lado de cada una de ellas puse un cuadrado en blanco, y si conseguía poner una cruz en todos los espacios junto a los objetivos de la lista podría irme habiendo cumplido mi parte y por lo tanto en paz conmigo mismo.
Sin embargo se me iban ocurriendo cada vez más metas a medida que pasaban las hojas del calendario a una velocidad espeluznante que sólo demostraba la fugacidad y lo perecedero del tiempo una vez sabes la fecha de tu partida. Hacía muy poco tiempo que había aterrizado un 12 de septiembre de 2009 en el aeropuerto de ''El Dorado''. Y ahora me encontraba casi a mediados del 2011.
Creí estar seguro de volver a España y dejar atrás todo lo vivido aquí, todas las personas que conocí, grandes amigos o más que amigos hermanos, algunas mujeres pero sobretodo una, parte de mi familia y una parte de mí. Lo enterraría todo en el recuerdo y a pesar de estar tan latentes en aquel tiempo, tarde o temprano se irían difuminando hasta que mi estancia aquí sólo fuese una mera anécdota. 
No obstante habían sido 2 años sin ver a mis amigos de toda la vida, sin salir a la calle con la absoluta certeza de que nada te va a pasar, sin almorzar cada fin de semana en casa de mis abuelos, y lo más doloroso, sin ver a mi Atleti cada domingo en el Calderón. Y como no, 2 años de levantarme a las 6 de la mañana en lugar de a las 8 y media, hora que consideraba temprana hasta aquel lejano 12 de septiembre.
No es nada nuevo que el desaparecer 2 años enteros propicie en mayor o menor grado un olvido por parte de tus amigos, lo cual era otra de mis fuentes de sufrimiento. ¿Se habrán olvidado mis amigos de mí? Era la pregunta que me hacía cada vez que hablaba con ellos y no tenían ''nada'' que contarme. En un principio parecía que yo seguía allí, hablaba constantemente con la mayoría de ellos, sin embargo nos fuimos alejando cada vez más a medida que pasaba el tiempo y yo sin saber siquiera cuando volvería. La respuesta a esa pregunta solía ser: ''Ellos habrán seguido su vida''
Es curioso y al mismo tiempo devastador el hecho de que necesites estar alejado de tu país para sentirte parte de él y orgulloso de éste. El patriotismo en mi caso fue proporcional a la distancia de mi casa de toda la vida al apartamento al otro lado del atlántico en el que soñaba con volver. Jamás se me hubiese ocurrido colgar una bandera de España en mi habitación, además es más que probable que me hubiesen tildado de ''facha''. No obstante aquí tenía una bandera de tales dimensiones que casi no cabía en la pared. Con las inconfundibles franjas rojas y amarilla, y el magnífico escudo de España.
Mi cuerpo me pedía humor español, el cual es muy nuestro y siempre diremos que es el mejor del mundo. Es cierto que el humor colombiano es a su vez gracioso, pero es tan diferente que jamás logré adaptarme del todo a éste.
Sin embargo tras estas líneas es probable que penséis que vivir en Bogotá este tiempo había sido una auténtica tortura, todo lo contrario, había sido una experiencia que describiría de tantas formas y por qué no decir que fue irrepetible. Y duele conocer la imagen que tienen en consideración muchos europeos sobre Colombia y otras regiones sudamericanas generalmente, unos prejuicios acompañados de ignorancia que intenté sanar siempre que pude. Lo volvería a repetir sin dudarlo un instante. O como dicen Fito & Fitipaldis, ''me equivocaría otra vez''

5 comentarios:

  1. hey! deberias escuchar esto

    http://youtu.be/DRhUIJextp8

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  2. "grandes amigos o más que amigos hermanos", nunca los olvides, porque aunque te vayas siempre van a recordar ese momento que pasaron con el Gon

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  3. Tio hay que completar esa lista

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