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martes, 31 de mayo de 2011

Capítulo 5 La lista parte 3

Jueves, de nuevo un día eterno por el mero hecho de estar entre medias del miércoles y el ansiado viernes. Y no cualquier viernes, como ya explique previamente. Un jueves sin pena ni gloria, un jueves más una vez mi reloj marca las 6:00 am, ducha fría para despejarme, desayunar, correr a la ruta. Como no, acordarme en el ascensor de algo que me he olvidado, volver a subir, bajar, llegar a la ruta, ver mi sitio ocupado por el cuerpo inmóvil de Majo y posteriormente moverla a duras penas como un muerto. Tampoco podían faltar los ronquidos in crescendo de Julián, que sólo se detenían momentáneamente tras los golpes recibidos en la sien cuando la ruta atravesaba un hueco, la insoportable música de Andrea saliendo de sus cascos que le estaba perforando los tímpanos, y para terminar la faena, la cadena de radio ''La Mega'' al máximo matándome con reggaeton desde las 7 de la mañana. Aquello más que una ruta escolar parecía una chiva.
 Lo más curioso no era el hecho de escuchar semejante música a semejante hora, que ya de por sí es extraño, sin embargo el hecho de ver niños y niñas de poco más de 7 años tarareando o incluso cantando versos de este género (los cuales no cambian en contenido sino en el orden de las palabras) era ya demasiado. Versos como: ''Mami pon la webcam'' o ''que la voy a mandar pa' intensivo'' puestos en boca de chicos y chicas, algunos de ellos ni siquiera llegados a la pubertad, imaginaos la situación.
 Por Dios yo a esa edad no escuchaba música, tenía otras preocupaciones acordes a mi tamaño.
-¿Dónde está la cámara oculta?- me preguntaba cada mañana cuando me encontraba con aquel panorama matutino, quizás el más insospechado con el que me he encontrado a las crudas 7 de la mañana.
No obstante había mantenido la cordura este tiempo gracias a mis cascos sony con los cuáles me encerraba en mi música contrarrestando el ''perreo'' con indie rock, sólo antes de las 8 de la noche. 
Sin embargo aquel día era otro jueves cualquiera, era el jueves antes de Quito y por desgracia había dejado mis cascos negros en la portería tras la charla social con el portero. Por fin aparcó la ruta y cesó mi tortura. Suena el timbre y llego directo a sentarme porque hoy íbamos con retraso.
De repente una mano me da dos golpecitos, es Montes, quien si no.
-Hemos pasado la lista a limpio- me dice sonriente mientras mete la mano en su mochila dispuesto a sacarla.
-Genial tio pero aquí no, acuérdate de lo que pasa si alguien abre esa lista- respondí recordándole los riesgos que corríamos por andar con aquella lista a todas partes.
-Te va a encantar, ya verás- añadió Milton guiñándome el ojo.
Ambos se sentaban juntos y detrás mío. Y por si fuera poco, Víctor un sitio a la derecha del negro. Lo cual tenía más desventajas que ventajas.
Tres arduas horas de física, inglés y mates antes de poder ver la versión 2.0 de la lista. Sin embargo no sería la última actualización de ésta ya que yo había dado con otras metas la tarde anterior que debían estar sin duda en esa recopilación.
-Antes de enseñármela, mira las que se me ha ocurrido añadir- le dije a Milton mientras sacaba un papelito de mi bolsillo y le extendía la mano.
-Papi no entiendo tu letra- respondió el cubano sin levantar la vista del papel con cara de chupar limones.
-¿No entiendes o no sabes leer?- le pregunté irónicamente mientras le quitaba el papel de la mano y acto seguido le leí todas y cada una de ellas.
-Por lo menos dos, las hacemos mañana, se lo diré a Julián- añadió cogiendo el papelito y besándolo.
Lo cierto era que estábamos muy entretenidos con aquella lista, y no pararíamos hasta que estuviera completa. Ése fue la frase que invadió mi cabeza y permaneció ahí hasta el viernes a las 3 y 15 exactas. Suena el timbre, empieza Quito.

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